Política Exterior del Régimen Sandinista: ¿Una política exterior de reacción?

(Publicado en Artículos el 18 de julio, 2004)

Es conocido que hace exactamente 25 años se marcó para Nicaragua, Latinoamérica y el mundo entero, un hito en la historia contemporánea con el triunfo contra todos los pronósticos de la revolución sandinista, pero, ¿cómo fue su política exterior? Toda política exterior se construye en una telaraña de factores internos y externos existente en la época histórica. Si observamos el hilo del tiempo del Régimen Sandinista con el entorno mundial notamos que la mezcla de estos múltiples factores la convierten en una política exterior de reacción, haciendo una alusión al teorema newtoniano (acción–reacción) y queriendo expresar que dicha política exterior reacciona ante el entorno mundial, lo que evitó que fuera una política exterior de proyección, arquetipo en las relaciones internacionales.

Hagamos un repaso histórico. Demetrio Boersner comenta que durante 1978 y 1979 se había ido agravando paulatinamente el malestar económico del mundo capitalista. Había malestar en los sectores dominantes de los centros industrializados, quienes se sintieron amenazados en grado creciente por las presiones la OPEP sobre el suministro y los precios del petróleo, así como por otras iniciativas del Tercer Mundo, indicativas de que se estaba efectuando un gran cambio en el poder de decisión económico internacional. Por otra parte, cundió el temor en Occidente de que la URSS y su bloque estarían aprovechándose del ascenso del Tercer Mundo para tender un "cerco" en torno a los países capitalistas industrializados. En América Latina y el Caribe, los efectos de la renovada tensión mundial fueron, inevitablemente, alentar el espíritu militarista y represivo en el hemisferio. El régimen revolucionario de Nicaragua quedó en posición defensiva.

La política exterior de una nación no se puede distinguir de su política interior. Los politólogos coinciden en que haber librado una guerra contra el somocismo como sistema de dependencia –y botarlo– significó un enfrentamiento semidirecto con los Estados Unidos, a pesar de que la ideología de la revolución, fundada en el marxismo-leninismo, había ido evolucionando hasta el acercamiento a sectores sociales burgueses.

SandinistasEn medio de la bipolaridad, el alineamiento de Nicaragua hacia el bloque socialista se había basado en una apreciación optimista de su situación, así como de sus recursos y oportunidades disponibles al estar saliendo de un enfrentamiento contra la dictadura. En este alineamiento vemos como, en primer lugar, el FSLN tomó una actitud negativa hacia los Estados Unidos, llamados en su himno partidario "enemigos de la humanidad", por nuestras experiencias con dicha nación; y por el otro lado, estrechó sus relaciones con los países comunistas, en particular con la Unión Soviética. Todos los gobiernos de izquierda fueron excelentes amigos del gobierno sandinista, desde la lejana Corea del Norte, hasta la cercana Cuba. La estrecha relación con la extinta Unión Soviética y Cuba crearon un conflicto entre Estados Unidos y Nicaragua, entre 1979 y 1990. La ya debilitada economía nicaragüense, se vio profundamente afectada.

El gobierno norteamericano comenzó a utilizar todos los medios posibles para socavar el régimen sandinista. Con Reagan, el enemigo más poderoso de los sandinistas, se usó la medida, particularmente efectiva, del embargo comercial. Los productos nicaragüenses perdieron un mercado ambicionado por todos. A la vez, al no poderse comprar productos norteamericanos, la economía sufrió un rudo golpe. ¿Resultado? La bipolaridad mundial hizo que el FSLN encontrara graves obstáculos para ejercer el poder y desarrollar una transición pacífica en Nicaragua desde el mismo momento de la caída de Somoza, en especial cuando agregamos que la requerida estabilidad interna no fue posible tampoco por la entrada en acción de la guerrilla de la contrarrevolución apoyada por el factor imperial norteño, especialmente durante el gobierno de Reagan, que llevaron al país a una situación de verdadera guerra civil. Reagan, en su afán de convertir América Central en “América Reagan”, justificaba sus medios en base a su fin, obviando que los pueblos tienen derecho a ejercer su plena soberanía.

¿Cómo se defienden las hormigas del elefante? Uniéndose. Una herramienta curiosa es la incorporación al Movimiento de Países No Alineados. Hay dos factores importantes que están muy interrelacionados. El Movimiento de No Alineados recogía los principios por los que se había luchado: autodeterminación, independencia y soberanía de los pueblos; y en segundo lugar, encontrábamos a nuestros aliados naturales. En la medida en que se cometiera una agresión, injerencia o intervención contra Nicaragua, se atacaba también al Movimiento. Pero esta unión no fue suficiente. El poderío norteamericano era indiscutible, y Nicaragua se colocó en el ojo del huracán de la llamada Guerra Fría, es decir, del conflicto entre las dos grandes superpotencias militares del mundo. ¿Los sandinistas se equivocaron?

Sea cierto o no, la política adoptada por los sandinistas no era momentánea, pues no dio indicios de cambio en los ochentas. Cambios que ahora, a inicios del siglo 21, se pueden notar en lo que los analistas políticos identifican como la derecharización de la izquierda, producto de la globalización y de los virajes ideológicos de la “democracia” mezclada irremediablemente con el mercado (el pueblo no come ideologías).

Sandinistas

Así, podemos comprobar como la política exterior del régimen sandinista se sujetó a los circunstancias del momento. Algunos autores pretenden comparar el régimen sandinista y los actuales, argumentando que hasta hace poco (1990) se empezó a tomar una política exterior correcta. En mi humilde opinión, considero oportuno considerar que si bien, por causas ajenas a nuestra voluntad, no hubo una política exterior que garantizase estabilidad (recordemos: ¿acaso no es la política exterior un reflejo de la situación interna de un país?), es verdad también que parte del juego de las relaciones internacionales es tomar decisiones y adaptarse a ellas.

Nicaragua jugó sus cartas y adoptó la política exterior que su propia política interna mejor le ofrecía. Desafortunadamente, nuestra decisión nos llevó a tener una política exterior de reacción, buscando como protegerse de los embistes externos, y ubicada lejos, muy lejos, de una política de proyección. ¿Qué hubiese pasado si la revolución no hubiese tomado lugar a mitad de la guerra fría? ¿Qué tan diferente sería la historia? Esa es una pregunta que a 25 años de la victoria revolucionaria constituye un polémico, pero interesante, debate intelectual.

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Una respuesta a “Política Exterior del Régimen Sandinista: ¿Una política exterior de reacción?”

  1. Dina dice:

    simplemente, Interesante!!

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© Ulises Juárez Polanco v4 | JP, MD, y UJP | 2,540,927 visitas desde 21/09/2011
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