Asesinos a tiempo completo

(Publicado en Reseñando el 17 de julio, 2007)

Johnny To (Hong Kong, 1955), considerado referencia cinematográfica en el período post-británico hongkonés, reconoce que en los últimos 10 años las películas de su país han tenido demasiados asesinos, resultando en un público cansado y aburrido de ellos. Por eso, él hizo lo más sensato posible: una película de asesinos.

Fulltime Killer (Quan Zhi Sha Shou, 2001) de Johnny To y Wai Ka-Fai, basada en la novela de Ho-Cheung Pang, procura mostrar los mundos escondidos detrás de los golpes y disparos, apartándose de la receta típica del cine de acción usamericano. Según los directores, “el interés en los asesinos no refleja toda la historia; nosotros usamos el personaje del asesino para narrar otras historias – quizás una historia de amor, una historia sobre la amistad o una historia heroica”.

Full time killer

La película es la historia de dos asesinos a sueldo con ideales y métodos disímiles. El novato Lok Tok-Wah (Andy Lau) se deleita con el espectáculo, la burla y la fama y quiere más: reemplazar a un más discreto y experimentado O (Takashi Sorimachi) como el verdugo número uno de Asia. Sus personalidades no podrían ser más distintas: O es frío, callado, cerebral, desapercibido (su estricta disciplina le ha aislado de la gente); Tok es escandaloso, pasional, egocéntrico, incluso, divertido.

Se nota un claro paralelismo (para algunos sospechoso) con Assassins (1995) dirigida por Richard Donner. En ambas, los dos asesinos ‘experimentados’, O en Fulltime Killer y Robert Rath (Sylvester Stallone) en Assassins, viven atormentados por su pasado: O por la muerte de Nancy, una mujer a quien amó y no pudo salvar, y Rath por haber asesinado a su mejor amigo. Ambos desean retirarse del negocio y vivir tranquilos y en paz. Tok y Miguel Bain (Antonio Banderas) son lo contrario: desean la notoriedad, la popularidad y tienen claro que para lograrlo deben eliminar al mejor.

En Fulltime Killer también se reconocen referencias a otras películas por medio de escenas e ideas ya inmortalizadas en otros filmes, como el uso de máscaras de presidentes usamericanos (Point Break, 1991, con Patrick Swayze y Keanu Reeves), tiroteos en avenidas a pleno día (Heat, 1995, con Al Pacino, Robert De Niro y Jon Voight), uso de música clásica para momentos de acción (A Clockwork Orange de Kubrick, 1971, con Malcolm McDowell; y varias películas de Brian De Palma). Además, se siguen (intencionadamente creo yo) los clichés de películas de acción: los asesinos siempre usan anteojos y visten elegantemente sin ser jamás reconocidos, no necesitan de pistolas para ser letales, dominan las artes marciales, únicamente entre ellos pueden herirse, la policía jamás los captura a pesar de tenerlos rodeados y siempre, siempre, hay una mujer de por medio. Debo reconocer que el manejo de los últimos dos clichés mencionados es diferente en Fulltime Killer y permiten que la película no se desinfle apenas iniciada.

También destaca la caracterización de Tok como un cinéfilo excesivo (como To y Ka-Fai en la vida real), quien se expresa en analogías y metáforas a otras películas usamericanas, europeas, asiáticas, por mencionar un par, Desperado (1995, también con Antonio Banderas): “existió un guitarrista que andaba por el pueblo con una guitarra, pero en realidad era un asesino”; y Crying Freeman (1995): “me recordás a Emu en Crying Freeman. Era una muchacha callada, pero se convirtió en una mujer sexy cuando conoció a un asesino”.

El tercer personaje clave, Chin (Kelly Lin), lleva una vida excesivamente rutinaria, trabajando en una tienda de alquiler de películas y, tres veces por semana, limpiando el apartamento de O, quien con frecuencia sale de “viajes al exterior”. Pero Chin sospecha de la excusa del apartamento, pues “es como si él nunca hubiese vivido ahí. Es un lugar vacío”. O en realidad habita enfrente en un galpón industrial abandonado, por ser “más seguro” para un asesino. Desde ahí, O vigila y espía a Chin, de quien, como no podía faltar, está enamorado.

En la tienda de Chin, un sujeto con máscara de Bill Clinton llega seguido a alquilar las mismas películas. Un día, Chin decide hablarle y conoce a Tok. Éste le cuenta sobre su profesión de asesino, lo que ella no cree. Salen a comer algo juntos y, después de excusarse unos minutos para “ir a matar a unos cuantos”, Tok regresa justo cuando las sirenas policiales y ambulancias inundan el ambiente. Chin por fin le cree, y Tok le pregunta: “¿querés ser la mujer del asesino?”. Ella acepta. El acercamiento de Tok a Chin se debe a la necesidad de acercarse a O para asesinarlo, pero termina enamorándose de ella. Para hacer más interesante este triángulo amoroso tenemos un cuarto personaje clave, Albert Lee (Simon Yam), un oficial de la Interpol obsesionado con estos dos asesinos y decidido a capturarlos cueste lo que cueste.

Después que Lee y la policía rodean a O y Chin y estos logran escapar (no sin la ayuda de Tok), O le declara su amor a Chin, confesándole que piensa retirarse de su profesión. Ella le reclama confundida, pues “Tok me dijo que el trabajo que más quería era el tuyo”. La escena es cortada y reaparece Lee, quien fue dado de baja por supuesta demencia causada por un cara-a-cara con Tok.

Aquí se desdobla la trama de la película cuando Albert Lee rememora las palabras de Tok: “todos venimos a este mundo con un papel. Investigaste sobre O, sobre mí, deberías escribir un libro sobre nosotros”. Descubrimos entonces que no estamos asistiendo a la película de To y Ka-Fai, sino al libro del personaje Albert Lee, libro cuya redacción tuvo en un momento un callejón sin salida: O y Tok han desaparecido y tanto Lee como los espectadores no sabemos que ha ocurrido con ellos. Lee necesitaba terminar la historia para liberarse, pero se descubre “escribiendo un libro sin final”. Esto se supera cuando reaparece Chin y cuenta todo, lo cual nos reservamos para que el lector disfrute la sorpresa del final. El pasado une a O y Tok más allá de lo que sospechamos al inicio y que quizás, sólo quizás, ambos obtuvieron lo que querían, ya que, ¿cuánto de lo que se dice en una obra de ficción es verdad y cuánto ficción?

La película no es larga, apenas 101 minutos; es bastante lineal y a mi criterio se disfruta más que la habitual película de acción hollywoodense llena de explosiones, tiroteos masivos y cursilerías de telenovela. El guión de Fulltime Killer es sólido y atractivo, eso sí, en momentos puede tornarse complicada: existen múltiples localidades (Singapur, Hong Kong, Tokio), múltiples idiomas (mandarín, cantonés, japonés, inglés, inclusive español), múltiples personajes (al occidental común puede costarle diferenciar los rasgos faciales asiáticos). El uso de la música también es multicultural, abarcando la música asiática, la pop y country usamericana, la instrumental oriental para los momentos de reflexión de O, y claro, la mejor música de un asesino a tiempo completo: la clásica.

Los giros en torno a la traición y al amor, el desenlace ‘glorioso’ (un tanto exagerado pero entretenido) y la lección de que mientras más huimos a la muerte, más nos acercamos, bastan para recomendar esta película.

En Nicaragua, los amantes del cine podrán disfrutar todo este mes por medio del sistema de cable en el canal Cinemax (con el título inexacto de ‘Asesino Tiempo Completo’; ultima presentación: jueves 26 de julio a las 11 pm).

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Una respuesta a “Asesinos a tiempo completo”

  1. Fer dice:

    Es muy interesante como «Fulltime Killers» está hecha, a mí me impresionó. La vi por Cinemax, es mi canal favorito de cable, siempre me sorprende y entretiene.

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© Ulises Juárez Polanco v4 | JP, MD, y UJP | 2,527,085 visitas desde 21/09/2011
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